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La piel que habito

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 “El problema español es la idea de que vivir es matar el tiempo del modo más placentero”.                                            CHARLES MURRAY

Dudo que Murray describa exclusivamente un panorama español;  más bien una tendencia de la sociedad occidental, en la que el hedonismo se vive -y se persigue- como paradigma de plena felicidad.
Y cierto es, que, a la larga, el hedonismo lleva a la insatisfacción porque, tal y como explica en sus escritos G. Deleuze, la alegría sin crecimiento, esto es, sin desarrollo de potencial, crea, con el tiempo, resentimiento; crecimiento y alegría son, ambas, condiciones inseparables para lograr la plenitud.

La búsqueda de la alegría como exclusivo correlato de la felicidad creará resentimiento porque cada cuerpo busca, en el fondo, ampliar su territorio mediante sus devenires, ampliar su potencia y, por ende, su particular y completa expresión vital.

Antonio Blay define “la plenitud” como fin último de la realización del ser humano y a cuyo puerto arriba cuando llega a encarnar completamente su particular potencial. Por lo tanto, la plenitud consiste en un viaje heroico de conquista de nuestra propia esencia cuyo brillo hemos ido oscureciendo a medida que avanzaba la construcción de nuestra personalidad.

La personalidad o carácter es el producto de la estrategia que ha desarrollado el niño en relación al ambiente para poder sobrevivir, construyendo una identidad superpuesta, conocida también como ego y que suplantará su verdadera esencia.

El carácter es, en definitiva, una fijación o distorsión cognitiva y una emoción recurrente o “pasión”que terminará por conformar un patrón caracterológico a través de respuestas mecánicas. El niño, en la medida que fue repitiendo estas respuestas aprendidas –para recibir el amor y la mirada de los padres o para protegerse de su falta- fue esculpiendo la piel que finalmente habita, expulsándose de su propio paraíso: su libre y auténtica expresión vital.

El carácter dibuja el núcleo del límite de la persona para la conquista de su plenitud. Acceder a las claves para superar estas fronteras requiere la definición de un modelo preciso -a modo de mapa- para conocer y, así, vencer los límites de la capacidad de expresión.

Carácter: Tipos

Para determinadas escuelas existen, en total, nueve tipos o expresiones que conforman una particular cosmovisión del mundo y, por ende, una forma de vivir el devenir y actuar en consecuencia:

1 El Perfeccionista o Reformador

El tipo racional, idealista, de sólidos principios, determinado, controlado y perfeccionista.

“Compra” el amor de otros siendo perfecto. Le preocupa hacerlo todo bien. Piensa en términos de “debería”, “debo” y “tengo que” (deberíamos tener una relación perfecta, debemos tener un expediente intachable en el trabajo, etc.).

En su aspecto positivo, el compromiso con lo bueno guía hacia el progreso; como autodefensa, suelen sentirse moralmente superiores y no dejan de señalar los fallos ajenos.

2 El Altruista o Ayudador

El tipo interpersonal, preocupado por los demás: generoso, demostrativo, complaciente y posesivo

“Compra” el amor de los demás ofreciendo ayuda. Representa el poder detrás del trono. En su aspecto positivo, esta entrega es altruista y generosa. Como autodefensa, da para conseguir algo a cambio.

3 El Ejecutante o Triunfador

El tipo pragmático, orientado al éxito, adaptable, sobresaliente, ambicioso.

“Compra” el amor con logros y su imagen. Alto grado de eficiencia en el trabajo. Gran interés por la posición que ocupa. Deseo de ser el primero, de guiar, de ser visto En su aspecto positivo, la tendencia a ejecutar produce un liderazgo efectivo. Como autodefensa, la imagen se adapta continuamente (manipulación) para conseguir el éxito personal.

4 El Romántico o Individualista

El tipo sensible, reservado, expresivo, dramático, ensimismado y temperamental.

Vive en la comparación continua viviendo el mundo como una “botella medio vacía”. En su aspecto positivo, la búsqueda de la pasión conduce a la profundización de los sentimientos. Como autodefensa, vive en una continua comparación y con mucho dolor al verse inferior (económico, social, atractivo, etc)

5 El Observador o Investigador

El tipo cerebral, penetrante, perceptivo, innovador, reservado y aislado.

Distanciamiento del amor y de la emoción intensa. Les gustan los entornos de trabajo protegidos, la ausencia de interrupciones, el contacto limitado y los planes anunciados con anticipación. En su aspecto positivo, la postura distante deriva en un análisis confiable y claro. Como autodefensa, evita compulsivamente el contacto  con el distanciamiento.

6 El Soldado o Leal

El tipo comprometido, orientado a la seguridad, encantador, responsable, nervioso y desconfiado.

Cuestionamiento del amor y de un futuro prometedor. Temor a ser traicionado. Leales en el amor, los soldados se vuelcan en sus íntimos para que les alienten. Por desconfiar de la autoridad cuestionan su trabajo. En su aspecto positivo, la mente cuestionadora produce claridad de propósito. Como autodefensa, la duda interior interfiere con el progreso.

7 El Epicúreo o Entusiasta

El tipo activo, divertido, espontáneo, versátil, ambicioso y disperso.      

Capacidad para amar y ser bien considerado. El amor y el trabajo deberían ser aventuras. Anhelo de llevar una vida fabulosa. Expresión de ideas, planificación, opciones sin límite. En su aspecto positivo, el punto de vista aventurero contagia entusiasmo. Como autodefensa, la atracción por el placer es una forma de escapar del dolor.

8 El Jefe o Desafiador

El tipo poderoso, dominante, seguro de sí mismo, decidido, voluntarioso y retador.

Expresión del amor a través de la protección y el poder. Preferencia por la verdad que surge de una discusión.Defensa de los suyos. Al ascender a posiciones de control y autoridad, establecen las reglas en la vida amorosa y laboral. En su aspecto positivo, la postura de “hacerse cargo” crea líderes que utilizan sabiamente su poder. Como autodefensa, la mejor defensa en una buena ofensa.

9 El Mediador o Pacificador

El tipo indolente, modesto, receptivo, tranquilizador, agradable y satisfecho.

Fusión y pérdida de límites. Aprobación compulsiva de los puntos de vista ajenos. Voluntad de ser neutral: “no he dicho que no, pero me parece que no estoy de acuerdo contigo”. Capacidad para relacionarse con todos los puntos de vista de una discusión, desatendiendo sus propios planes. En su aspecto positivo, el hábito de fundirse con los demás ofrece un apoyo genuino. Como autodefensa, adoptar puntos de vista ajenos lleva al “olvido de sí”.

La piel que habito

Estas nueve expresiones describen “la  piel que habitamos” y que nos protege de las “adversidades” del mundo. Esta piel, carácter o ego, es, en esencia, expresión neurótica al obedecer a respuestas que yo no corresponden a un estímulo-peligro real. Actuando el carácter (re)vivimos, literalmente, el pasado.

Superar nuestro ego, significa madurar… significa superar las respuestas que el niño construyó para poder sobrevivir…superar los límites de nuestro carácter significa conquistar nuestra plenitud y pleno derecho de vida.

Y es aquí donde se inicia el viaje… el viaje del Héroe…el viaje del Guerrero cuyas batallas siempre se libran en el interior de uno mismo.