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Ontología del Rescate

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Si algún día tienes que elegir entre el mundo y el amor, recuerda: si eliges el mundo quedarás sin amor, pero si eliges el amor conquistarás el mundo                                                                                                                                   Albert Einstein

I.

La Comisión Europea subrayó recientemente y públicamente que «la situación de España en materia de Educación es muy preocupante», debido a que tiene uno de los niveles más elevados de fracaso escolar (28,4%) de la Unión Europea (UE) y esto conduce a la tasa más elevada de paro juvenil (48,7%) de los Veintisiete. La media europea de abandono escolar prematuro se queda en el 14,1% y la tasa de paro juvenil de la UE se sitúa en el 22,1%, menos de la mitad en ambos casos de los porcentajes españoles.

II.

El FMI  prevé que la economía española retroceda en 2013 un 0,6%, frente al mínimo crecimiento del 0,1% con que contaba antes. Este desplome es el mayor de las grandes economías y de signo contrario al crecimiento calculado para la UE (1%). El organismo considera que España e Italia son las principales amenazas para la economía mundial e insta al BCE a comprar deuda.

Con ese retroceso del 0,6% previsto para el próximo año, la economía española será la que tenga el año próximo la peor evolución de todo el mundo entre los grandes países.

Parece que ambos apartados mantienen cierta correlación y, cierto es, que la educación juega un papel fundamental en el crecimiento económico de un país; múltiples estudios confirman que un aumento de la inversión en educación repercute positivamente en el ritmo de expansión de la economía.

Aquí en España, en nuestra presente historia, con la mirada colectiva puesta en el rescate, parece que somos incapaces de encontrar remedio a una situación que, lejos de mejorar, se deteriora a pasos agigantados. Esperamos a Godot. Esperamos que “el otro” al fin se compadezca y decida salvarnos. Y, así, entre espera y espera pasamos otro verano, contando los días y esperando encontrarnos con la panacea en los diarios: los 100.000 millones que nos liberen de nuestro –cada día más precario- devenir.  

Analicemos esta situación:

Un borracho busca desesperadamente algo bajo una farola. En ese momento se le acerca un policía y le pregunta qué ha perdido. El hombre responde: “Mi llave de casa”. Ambos se dedican con afán a buscarla. Cansado de no obtener resultados, el policía pregunta al hombre si está seguro de haber perdido la llave allí mismo, ante lo cual contesta: “No, aquí no, sino allí detrás, en el callejón…pero allí está demasiado oscuro.”

Una lógica paradójica que provoca la risa: una verdad (busco donde hay luz) negada por una realidad más profunda (las llaves no están allí); buscamos la solución a nuestra crisis donde tenemos luz –donde reconocemos el síntoma – pero desatendemos su verdadera causa. Parece que buscamos soluciones excesivamente lineales a problemas complejos que requieren soluciones holísticas.

Richard Farson, en su libro “Administración de lo Absurdo” distingue entre problemas y predicamentos: los problemas son lineales y siempre tienen solución precisa mientras que los predicamentos no tienen respuestas unívocas y requieren la consideración simultánea de múltiples planos. A modo de ejemplo, la erradicación de la malaria en la selva amazónica es un predicamento. Si tratamos el problema con una aproximación lineal –por ejemplo la fumigación de determinadas áreas – resulta que incidimos en toda la cadena alimenticia: los mosquitos envenenados caen en los ríos, consecuentemente mueren los peces, a consecuencia enferman los pájaros y, finalmente, la enfermedad pasa al hombre. Conclusión: La erradicación de la malaria en la selva amazónica no es un problema, es un predicamento.

Esto también se ve claramente en el funcionamiento de las empresas:

La mayoría de los empleados de una empresa son expertos en la solución de problemas. Evalúan una situación, la descomponen en sus elementos y después abordan cada uno de los componentes. Sin embargo, cuando ascienden y se convierten en gerentes o directivos, tienen que tratar cada vez más con predicamentos y menos con problemas. Los mejores ejecutivos descubren muy pronto que el pensamiento puramente analítico es inadecuado.

Los predicamentos requieren pensamiento interpretativo. Lidiar con un predicamento exige la capacidad de colocar las situaciones dentro de un marco más amplio, comprenderla en sus múltiples contextos, apreciar sus causas y consecuencias más profundas y lidiar con las paradojas. Los predicamentos requieren resolución simultánea en distintos planos de profundidad. Cuando tratamos de resolver predicamentos con la lógica lineal de los problemas, las soluciones se vuelven absurdas.

Analicemos las estrategias de solución para la educación:  

Hace apenas unas semanas, mi amigo Paco –informático de profesión-, y que recientemente tuvo un hijo, compartió conmigo  su inquietud de, cuanto antes, confrontar a su nuevo vástago con el mundo de las nuevas tecnologías para favorecer la estimulación temprana de sus “aptitudes digitales”.

Parece ser que desde la cosmovisión de Paco la competitividad en un mundo tecnológico solo se alcanza alimentando tempranamente al niño con impresiones tecnológicas.

En contraste con la apreciación de mi amigo Paco, apareció una publicación en el New York Times sobre los colegios Waldorf y su filosofía de prescindir de la tecnología en su pedagogía (al menos en los cursos de primaria y , evidentemente, infantil) con el paradójico caso de su centro ubicado en Silicon Valley, al que muchos padres de empresas del sector (Google, eBay, Apple etc…) envían sus hijos; en estas escuelas la enseñanza es una experiencia “humana” y la tecnología es una distracción que no ayuda ni en la aritmética, ni en la escritura ni el fomento del pensamiento crítico.

Esta escuela Waldorf obtiene unos resultados sobresalientes con su filosofía y los recursos que emplea con los alumnos: el 94% de los alumnos graduados en esta escuela son admitidos en universidades de prestigio.

Esta reflexión me lleva a nuestro planteamiento inicial y al centro de la cuestión que nos ocupa: la situación de la educación y su correlato con la economía.

Al problema de la economía, subyace el problema de la educación que, a su vez, despliega en su centro una determinada filosofía pedagógica:

La educación de nuestro tiempo, que proviene de la era de la industrialización, destacaba como ideal práctico al obrero especializado. A su servicio, la pedagogía tiene que procurar que se introduzca la especialización lo antes posible, evitar lo superfluo, para así satisfacer el ideal del hombre al servicio de la producción masiva, hombre que queda insertado como ruedecita en el complejo engranaje económico. En este tipo de pedagogía el alumno se convierte en objeto de la enseñanza; el centro de gravedad no es el alumno sino el sistema educativo.

Otras pedagogías, como por ejemplo, la pedagogía Waldorf sitúan en su centro al niño, siendo éste, sujeto del sistema educativo. Esta pedagogía despliega metodologías que permiten, más allá del conocimiento de las materias estrictamente escolares,  desarrollar la identidad propia del niño y que va conquistando a lo largo de su paso por la escuela mediante el apoyo consciente e informado de padres y maestros: primero la evolución de su base corpórea, luego, la incorporación y evolución de los hábitos (que desarrollan su voluntad), posteriormente, la evolución y desarrollo de la ética, para llegar, finalmente, a la conquista de su Identidad/libertad (YO) en todas sus dimensiones.

Semejante educación desarrolla la solidez de un YO (Identidad) que sabe responder al mundo y gestionar autónomamente todas las dimensiones que lo soportan: la voluntad (poder), el sentir (querer) y el pensar (saber). El resultado es un ser humano que conquista el auto-apoyo y tiene acceso pleno a sus capacidades y talentos.

Así, hoy día, la pedagogía es resultado de corrientes de intereses que la determinan, las cuales no tienen que ver directamente con la educación holística del ser humano. Incluso los padres, muchos de los cuales no se interesan por el problema y navegan inmersos en las impresiones de la cultura que habitan, “simplemente” mandan a sus hijos a la escuela, solidarizándose tácitamente con el status quo educativo tal y como se ha ido perfilando en los últimos 100 años.

También parece claro que este tipo de pedagogías no fueran de interés para el sistema actual ya que no apuntan –aparentemente- hacia los intereses que lo constituyen, pero, por otra parte,  desarrollan la posibilidad de la conquista artística del ser humano, la capacidad de despertar sus intereses y talentos innatos, en definitiva, la capacidad para explorar y conquistar espacios propios ignotos; la exploración de la sombras más allá de las fronteras de la consciencia que delimitan los estáticos mantras de la cultura que habitamos y nos habita…

Si vivimos tanto fracaso escolar, tanto abandono, tanta desilusión y falta de sentido, ¿por qué no cuestionamos la pedagogía? ¿Por qué no iniciamos los pasos hacia nuestro propio rescate? Apliquemos modelos pedagógicos que permitan a los jóvenes construir su identidad propia, su verdad radical y sin concesiones y que puedan navegar más allá de los límites de la consciencia que impone su entorno, para que encuentren sus potenciales y puedan desplegar toda su capacidad y revertirla en la sociedad de la que forman parte. Desarrollemos la capacidad artística de los jóvenes porque son, precisamente ellos, los artistas, aquellos capaces de atravesar los límites de la cultura y encontrar nuevos paradigmas para la construcción de un nuevo mundo.

Tal vez, algún día, nos demos cuenta de que el crecimiento económico mucho tiene que ver con el crecimiento del ser humano…