Vi al ángel en el mármol y tallé hasta que lo dejé en libertad
Michelangelo Buonarroti
Sócrates
“Cambiaría toda la tecnología del mundo por una tarde con Sócrates”. El autor de esta peculiar propuesta: Steve Jobs. El rey de la tecnología dispuesto a canjear la sustancia que edificó su imperio por una tarde con el mayor filósofo de todos los tiempos.
¿Qué Grial esperaba hallar Steve Jobs en su encuentro con Sócrates?
Tal vez, la respuesta pertenezca a los confines de otra de sus populares afirmaciones: “Tu tiempo es limitado, de modo que no lo malgastes viviendo la vida de alguien distinto. No quedes atrapado en el dogma, que es vivir como otros piensan que deberías vivir. No dejes que los ruidos de las opiniones de los demás acallen tu propia voz interior”.
Lo que propiamente constituye la enseñanza socrática es el aprendizaje de un método para hallar la verdad, aquella que es universal, en tanto que obedece al encuentro con el “sentido de la Verdad” y cuya expresión singular contiene, inevitablemente, notaciones propias a cada sujeto. Sócrates seguía la máxima “conócete a ti mismo” inscrita en el frontón del templo de Delfos, actuando a través de la mayéutica, arte de llevar a sus interlocutores a dar por si mismos con su propia verdad. Por lo tanto, en sus dialécticas, más que transmitir su parecer, instaba a sus discípulos a indagar por sí mismos y que, con sus propias reflexiones, disquisiciones y conclusiones, aprendieran a encontrar -a través de la investigación, discernimiento, lógica y contra-lógica-, la fuente de su propia Verdad…
El viaje que, en el fondo, propone Sócrates, es el viaje de la autodeterminación y emancipación radical del hombre; aquel capaz de engendrar un pensamiento libre y en férrea determinación para no abandonar el sendero propio…como decía Jobs “…no dejes que los ruidos de las opiniones de los demás acallen tu propia voz interior”.
Steve Jobs
Jobs fue un buscador. Un buscador cuyo camino fue la tecnología entrelazada con la perseverante obsesión por desvelar lo inefable: los deseos ocultos de los consumidores (“los clientes no saben lo que quieren hasta que se lo enseñas”); revelando a modo de mago iniciático el germen de la creación de nuevos mercados y cuya razón radica en los lugares más recónditos de la mente inconsciente. Mientras otros buscan clientes, Jobs busca deseos; infalible cantera de los “océanos azules”.
Steve Jobs, inmerso en ese permanente afán de búsqueda profunda, en ese viaje interior, en esa voluntad iniciática de “conocer el nombre de Dios”, señala a Sócrates quien, de facto, con su “tecnología”, logra revelar el “saber no sabido” de sus conciudadanos: aquello que yace en el fondo oscuro del inconsciente, y quiere ser despertado y nombrado para que pueda ver la luz y formar parte activa del mundo consciente. Tal y como expresaba C.G. Jung, “todo lo que permanece en el inconsciente deviene en destino”, limitando, así, el marco del libre albedrío del hombre. En este sentido Jobs y Sócrates son almas gemelas que andan caminos equivalentes: la voluntad de revelar lo oculto y liberar nuevas capacidades.
Innovación
Hoy en día muchas empresas han comprendido que la supervivencia, el liderazgo y la rentabilidad están muy vinculados a la capacidad de innovación real. Los empresarios, más que nunca, desean conocer ese “nombre de Dios”, la fórmula alquímica generadora de innovaciones disruptivas, capaz de crear océanos azules y abrir brecha en nueva y fértil tierra mercantil. Hay quien sigue buscando en lugares cuyos límites se agotaron hace tiempo…mientras otros se dan cuenta que han cambiado paradigmas y se requieren nuevas preguntas; se dan cuenta que la cadena de valor de Porter ha caducado y ahora, con un mercado con nuevos comportamientos emergentes, tecnologías emergentes y modelos de negocio emergentes, un espacio mercantil virgen espera y late en potencia esperando a ser des-cubierto y conquistado.
El gran reto de las compañías consiste en captar los puntos ciegos e inconscientes de los mercados, a modo que hizo Jobs, derribando paradigmas y reestructurando el mundo y la forma en que consumimos información y contenidos digitales, gracias a dispositivos como el iPod, el iPhone, y el iPad. Específicamente, con el lanzamiento del iPod y con la creación de la tienda digital iTunes, Apple logró revolucionar y orientar toda la industria musical, inestable desde las turbulencias generadas por Napster.
La Ventana de Johari, poderosa herramienta utilizada en el ámbito de la psicología clínica, ilustra y amplifica con claridad este contexto.
Ventana de Johari
La Ventana Johari es una matriz de autoconocimiento cuyas áreas son resultado de combinaciones entre cuatro variables principales: dos primarias e invariables – el YO y LOS OTROS – y distintas intensidades de un continuo cuyos extremos son el SABER y el NO SABER. Se logra un sinnúmero de combinaciones por la flexibilidad de los dos ejes de la Ventana (el vertical y el horizontal) que permite crear áreas (ventanas) de diferentes formas y tamaños.
Los ejes dos ejes de la ventana (horizontal y vertical), en la medida que se desplazan, ajustándose a cada contexto, reflejan particulares situaciones de autoconocimiento y muestran el espacio y potencial de crecimiento, permitiendo tomar conciencia, desarrollar aspectos específicos y ejecutar los cambios necesarios posteriores para un avance y equilibrio personal. Por otro lado, Johari, implícitamente, muestra que nuestro crecimiento requiere la interacción con “otros(s)”. (Es imposible crecer en una situación de soledad permanente).
Área pública o libre: (yo sé – los otros saben) área de libre conciencia y voluntaria interacción y comunicación
Área ciega: (yo no sé – los otros saben) área eventualmente intuida pero no completamente consciente y que es involuntariamente compartida con los demás. El otro ve lo que yo no veo.
Área oculta o secreta: (yo sé – los otros no saben) área conscientemente cerrada a los demás.
Área inconsciente o desconocida: (yo no sé – los otros no saben) área desconocida y/o no percibida por uno mismo y los demás
(Fig 1)
Si este diagrama lo enmarcamos en el contexto empresarial, los espacios de innovación estarían ubicados en el área ciega y, ante todo, en el área desconocida/inconsciente. Cada mercado, cada empresa y cada situación presentarán diferentes “tamaños” de las ventanas; distinta amplitud en su disposición para absorber capacidad innovadora.
El área desconocida/inconsciente contiene “el saber no sabido” de los mercados; contiene la innovación disruptiva que late en potencia en el fondo de los mercados. Ahora, las empresas, a través de metodologías determinadas, tienen la posibilidad de aplicar “tecnología Socrática” a la “ventana del Inconsciente”, para que, a través de esa “mayéutica”, se pueda liberar la expresión de “lo nuevo”.
Viaje
La actividad y la vida de Sócrates se desarrollaba en la plaza pública…hoy la innovación hay que trasladarla a esa “plaza pública”, atravesando reinos de taifas estancos, para crear una empresa abierta en su interior con definitiva capacidad innovadora.
Steve Jobs fomentó la diversidad, democratizó la innovación en su compañía –mestizaje, mezcla y experimentación-, porque sabía que la variedad y heterogeneidad atrae y crea nuevos colores para dibujar un nuevo mundo. Facilitó y colocó en el centro, al igual que otras empresas como Google o IDEO, el pulso innovador al servicio del proyecto empresarial, al servicio del bien común, atravesando estructuras de empresa tradicionales.
La innovación es proceso, creación…es devenir… es viaje que jamás concluye si se decide permanecer en él… pasa por el medio de la vida, atravesando, literalmente, el límite de la sustantivación del pensamiento categórico que tanto ha marcado nuestra educación y que permanece enquistado en un mundo estático de ideas, categorías y resultados como máxima aspiración…ir y volver, inocente, vacío de saber -como repetía Sócrates-, poniendo la atención al servicio de la observación –como señalaba Goethe-…. para llegar, finalmente, al puerto de la creación: “quiero poner un “ding” en el universo”, en expresión de Jobs.
Epílogo
Queda, finalmente, despejar la cuestión inicial: La propuesta de Jobs para reunirse con Sócrates a cambio de “toda la tecnología del mundo”.
Steve Jobs decía, “Yo pienso que si tú haces algo y resulta bastante bueno, entonces deberías de hacer algo más grandioso, no pienses en ello por mucho tiempo. Sólo imagina qué es lo que viene”. Esta es la cuestión central:
¿Qué es “lo que viene” después de haber sido incuestionable visionario que supo atravesar paradigmas y revolucionar la forma de entender la tecnología y nuestra relación con ella?
Quizás lo que tocaba ahora en el mundo de Jobs estaba más allá de la tecnología. Llega un momento en la vida en que reconocemos el patrón de nuestra voluntad manifestada en nuestras acciones; en la huella de ese proceso queda impresa la metáfora de nuestra búsqueda personal. Hasta ese momento Jobs había puesto toda su voluntad en abrir las “ventanas ocultas” del mercado…quizás ahora tocaba verse a sí mismo con mayor profundidad, encontrar sus propios espacios ciegos e inconscientes hacia el encuentro de su propio sentido de vida. Y para ello, para ampliar su propia consciencia, tal y como se deriva de Johari, se requiere la ayuda de “otro”, de un maestro que sepa mantenerse al margen, al estilo de Sócrates, quien es capaz, con la guía de su mayéutica, hacer que emerja la Propia Verdad.